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«Las obras sociales provinciales tuvieron un desafío importantísimo con la pandemia»

Lo destacó Fernando Avellaneda, presidente del Consejo de Obras y Servicios Sociales Provinciales de la República Argentina (COSSSPRA) e interventor del IPSS Tucumán, durante una entrevista brindada al programa “La Patriada”, emitido por FM 102.1, de la Capital Federal. El impacto de la segunda ola tanto en Tucumán como en el resto del país, el estado del sistema sanitario y el modo en que las obras sociales provinciales afrontan este escenario, fueron los principales temas abordados durante la nota.

«Las obras sociales provinciales tuvieron un desafío importantísimo con la pandemia»

LP – Ya llegó la segunda ola, ¿qué sucede en el noroeste argentino y, particularmente, en Tucumán?

FA -Esto casi como que lo veíamos venir los responsables sanitarios. Es lo que pasó en el norte del planeta con el inicio del otoño – invierno en 2020. Ellos no terminaron de padecer la primera ola y los agarró el segundo ataque del virus. Hoy están en baja: estar en espacios abiertos, creo que es la clave que tenemos que entender los ciudadanos, más allá del uso del tapabocas que debería estar incorporado a la vida diaria social que nos toca y el lavado frecuente de manos. Pero, básicamente, no compartir espacios cerrados, la gran posibilidad del virus de transmitirse, va a ser la clave. Esto pasó en el norte del planeta, lo estamos viviendo ahora. Yo prefiero usar el término sindemia, porque cuando uno habla de pandemia se refiere exclusivamente a un hecho sanitario. Este hecho sanitario es tan profundo e importante que ha atravesado a toda la sociedad, en todo sentido. La cultura, el sistema sanitario, la salud, la economía, las relaciones sociales, la necesidad de socializar ha cambiado. Tenemos un desafío enorme, ya estamos en el segundo año.

En Tucumán hay preocupación porque hemos pasado en cuatro semanas de casi cien casos a 800; y en tres semanas de 200 y pico a 800. Es muy preocupante, de hecho la gente que el año pasado había estado preservada de enfermarse, este año está enferma o es contacto estrecho. No ha dado tiempo a la gente a volver a tomar las medidas que, el año pasado, estuvieron acompañadas a nivel nacional y provincial por una fuerte restricción en los traslados y en la posibilidad de trabajo. Eso había colaborado enormemente a disminuir la transmisión de cualquier germen por vías respiratorias. El año pasado en Tucumán no circuló el virus de la gripe, ni el que genera bronquiolitis en menores de dos años. No circuló. El sistema de vigilancia epidemiológica de Tucumán, que es de excelencia, con años de experiencia y construcción, no los detectó. Ha sido tan importante la restricción de movilidad de las personas y el uso de los cuidados que evitó eso. Este año lo que nos llevó el pasado más de dos meses, en cuanto a número de casos, este lo hemos alcanzado en tres semanas. La preocupación es porque genera una tensión sobre el sistema sanitario, que si bien es distinta al de 2020, va a generar saturación, tanto en el subsector público como en el de la seguridad social.

 

LP -¿Qué margen hay?

FA – Hace un mes en toda la provincia no había 25 pacientes internados. Hay varias cosas que no deben dejar de preocuparnos. Tenemos que la tasa de contagiados es más joven: son menores de 40 años. La de internados es más baja porque afectó a personas más jóvenes, que tienen menos riesgos sanitarios asociados o comorbilidades, entonces aquellos que necesitan internación son menos. No significa que si la cantidad de contagiados es importante, estos no terminen – a pesar de su juventud – saturando los sistemas de salud, ya sea en forma ambulatoria o de internación, porque son muchísimos más. Lo otro que tenemos a favor, distinto al año pasado y no es menor, es que en la mayoría de las provincias tenemos vacunado casi al 100% del personal que integra al sistema sanitario, de cualquier subsector (público, seguridad social). El subsector privado como tal, que exclusivamente atiende a quien tiene prepaga, solo existe en Capital Federal o en el primer cordón del conurbano. El resto del país tenemos que los “privados” (como dice la gente) atiende a las obras sociales, ya sea las provinciales (que tienen la mayor cantidad de beneficiarios) y las obras sociales nacionales asociadas, y PAMI. Estuve analizando en la obra social provincial, tenemos sobre 330.000 afiliados, 70.000 vacunados. Esto crea una ventaja. El 90% tiene una dosis, y el resto dos dosis. De esos, tenemos casi el 80% de los mayores de 70 años y menos del 50% mayores de 60.

Este camino nos va a proteger sobre todo de la morbimortalidad que genera el virus, no de la contagiosidad. En cada uno de los lugares seguro están encontrando que “mi primo, mi tío, la pareja de un amigo, etc, etc” están enfermos o son contacto estrecho. El año pasado no estuvieron ni cerca de una situación parecida.

Esperemos que las restricciones que ha solicitado el gobierno nacional para las zonas críticas, donde Tucumán tiene 4 departamentos, entre el gran San Miguel y San Miguel, Tucumán junta casi un millón de personas, van a generarnos una protección. Se espera que la población entienda y acompañe.

 

LP – Estás a cargo de COSSPRA ¿cómo afrontaron las obras sociales este proceso la atención al afiliado y cuál fue el sistema que mejor se aplicó?

FA – Las obras sociales provinciales tuvieron un desafío importantísimo. Si bien las más grandes, como provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Mendoza, tenían bastante avanzado su sistema de autorizaciones en línea, tuvieron que profundizar aquellas autorizaciones o coberturas que necesitaban presencialidad, profundizar las autorizaciones en línea. El resto de las provincias, donde incluyo a Tucumán, teníamos un proceso, el año pasado era el tercer año del inicio de la informatización en la obra social. Teníamos todas las herramientas para, durante 2020, trabajar en la profundización de las autorizaciones en línea. Y lo que teníamos previsto hacer en un año, lo hicimos exactamente en un mes y medio. Las herramientas ya estaban, lo que había que hacer era trabajar con los beneficiarios, los prestadores y hacia adentro de la institución con los trabajadores, para tomar el nuevo modelo e ir implementándolo por etapas. La pandemia nos obligó a que las etapas no existieran. Entre finales de marzo y mediados de mayo tuvimos que implementar todo en línea. Lo pudimos hacer porque era como tener el menú preparado, todo el mundo sabía qué tenía que hacer con el nuevo menú. En vez de hacerlo durante un año, con etapas, los tuvimos que hacer en un mes y medio.