El lema de la Organización Mundial de la Salud este año es: “Unidos para preservar los antimicrobianos” en la semana mundial de la concientización sobre su uso. Anteriormente, esta semana se recordaba como la resistencia a los antibióticos pero a partir de 2020 se incluyó a todos los antimicrobianos (antibióticos, antivíricos, antifúngicos y antiparasitarios) que son fundamentales en la prevención y el tratamiento de las infecciones en los seres humanos, los animales y las plantas.
La resistencia a los antimicrobianos, se produce cuando los microorganismos (bacterias, hongos, virus y parásitos) sufren cambios al verse expuestos a ellos (antibióticos, antifúngicos, antivíricos, antipalúdicos o antihelmínticos, por ejemplo). Como resultado, los medicamentos se vuelven ineficaces y las infecciones persisten en el organismo; los síntomas de la enfermedad se vuelven más graves para el paciente e incrementa el riesgo de propagación a otras personas.
La farmacorresistencia, es un problema que se ha acelerado en todo el mundo a causa de varios factores, entre ellos, la excesiva prescripción de antibióticos y su disponibilidad sin receta, que dificulta la limitación de estos y no ataca a las bacterias correctas; las prácticas de prescripción médica deficientes y el incumplimiento del tratamiento por parte de los pacientes; la falta de acceso al agua potable, el saneamiento y la higiene -tanto en humanos como animales-; y la utilización indebida de los antibióticos.
Por esto, es importante utilizar antibióticos únicamente si los receta un médico/a (el profesional no indica antibiótico cuando se trata de una infección viral por ejemplo), seguir las indicaciones en cuanto a: duración del tratamiento, dosis y horarios de toma, no usar antibióticos que le hayan sobrado ni los comparta con otra persona.