A dos días de conmemorarse la noche buena, en el subsuelo del Instituto de Previsión y Seguridad Social de Tucumán, se llevó a cabo la celebración de la Santa Misa para pedir por la paz, por el inicio de un buen año 2015, por la salud física y espiritual de todos los compañeros que se encuentran atravesando una enfermedad, por sus familiares que los acompañan y para rogar por el eterno descanso de todos los compañeros fallecidos.
La celebración fue presidida por el Padre Ricardo Guzzo, de la Parroquia San Pedro Nolasco y organizada como cada mes, por la Comisión de Mujeres del IPSST con el apoyo de la contadora Nelly Ganim, quien se hizo presente en el subsuelo para participar de la misa.
Tras la lectura del evangelio de Lucas (1, 46-56), el sacerdote durante su homilía invitó a todos los presentes a ser generosos con el otro, a brindarse al prójimo, “la generosidad es desprenderse” y añadió que
“María estaba contenta por dar a luz un hijo que ella sabía que no era para sí, un hijo que ella lo ofrendó, porque iba a salvar la esperanza del pueblo de Dios, trayendo nueva vida, cambiando a un mundo nuevo, un espíritu nuevo, algo distinto, algo que soñamos todos y queremos todos”.
Luego continuó diciendo “Hace falta que nos sorprendamos de lo nuevo y que nos pongamos a pensar en lo que Dios quiere para nosotros también, vivimos haciendo entrar a Dios a nuestra cabeza, en nuestros conceptos, en nuestras ideas, en nuestras estructuras, en nuestros deseos, en lo que nosotros queremos y nos olvidamos de saber que es lo que Dios quiere, pero no porque él quiera o por algo que él quiera para él porque lo pensamos a Dios como el Dios mío”. “Es porque lo que él quiere es el bien mío, el bien de todos, el bien común”.
“Tenemos que cambiar, que salir de las cosas que ya no nos sirven, o que nos sirvieron hasta hace un tiempo y hoy debemos cambiar eso, cambiar la manera de pensar, buscar todos juntos y cambiar las estructuras dejando entrar lo nuevo y esto es lo lindo, que hay corazones dispuestos y abiertos que hoy están celebrando la misa en su lugar de trabajo, escuchando la palabra abriendo sus corazones para ir haciendo fecunda esa palabra”.
“Como María lo hizo escuchando las palabras de Dios y poniéndose como esclava del señor, gestando y valiendo la palabra llevándola a su vida porque la palabra de Dios se hizo carne”.
A su término, antes de la bendición final se agradeció especialmente por la evolución en las enfermedades de dos fieles que agradecieron a Dios por su intercesión y ofrecieron sus testimonios.